sábado, 11 de febrero de 2012
¿ Príncipe o bestia? nunca lo sabrás
QUERIDO DIARIO: ¿PRÍNCIPE O BESTIA?
Querido Diario:
Me he quedado absorta observando a mi madre mientras se movía enérgicamente por la cocina colocando la compra con agilidad en los muebles, confirmando porque mi padre se enamoró perdidamente de ella desde el primer momento que la conoció, ``la mujer perfecta´´ se solía referir mi padre a mi madre, ``cuando la mayoría de las personas a lo largo de su vida intentan alcanzar esa perfección y muy pocas, se podía decir que ninguna, es capaz de conseguirlo´´ terminaba mientras se quedaba embobado mirándola.
Rebuscando entre el armario de la sala de estar he encontrado una pequeña caja polvorienta. En su interior había algunos recuerdos de la época en la que mis padres todavía estaban en una relación muy prematura.
Había fotos de ellos dos abrazados, de ellos dos en un grupo de amigos, de ellos dos sentados en una fuente mirándose a los ojos apasionadamente, sentados en un parque, caminando por la playa….
Las fotos estaban acompañadas de una rosa, una postal de Italia, unas entradas de un concierto y un millón de cartas escritas por mi padre.
``…Quiero que sepas que te quiero mas de lo imaginable, que sufro en silencio porque te veo y no te puedo tener, cada noche sueño con un futuro junto a ti porque eres esa mujer descrita para mi y que jamás pensaba encontrar.
Quiero amarte y que me ames y no dejaré de luchar en esta batalla, porque se que merecerá la pena, por decirte en un futuro te quiero cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo…
Déjame ser príncipe de tu cuento y así poder escribir la historia más bonita jamás escrita…´´
Estas palabras me han dejado sin aliento, es increíble ver como mi padre quería a mi madre y como escribía estas frases con la soñolienta esperanza de conquistar al amor de su vida, a esa princesa de cuento de hadas, mi madre.
Todas las cartas están escritas con un amor incalculable, con un amor que con el paso del tiempo se ha seguido conservando ¿o no?...
Querido Diario:
Son las tres de la mañana y un fuerte portazo me ha desvelado. He decidido asomarme a ver que ocurría. Es mi padre, ha llegado demasiado ebrio de la cena de empresa y se ha encerrado en el baño. Mi madre preocupada no deja de golpear la puerta y suplicarle a mi padre que quite el cerrojo. Parece que mi padre ha cedido y ha abierto la puerta.
``¿Cómo se te ocurre llegar a estas horas y en este estado?´´ grita mi madre indignada.
Se escucha una risita nerviosa seguida de unas palabras que no consigo entender. De nuevo un portazo acompañado de los inconfundibles sonidos producidos por unas nauseas y después vómitos.
Pasos apresurados de la habitación de mis padres al salón y después, portazo.
Mi padre sale del cuarto de baño acompañado del eco del sonido producido por la cisterna. Intenta abrir la puerta del cuarto sin resultado alguno, golpea indignado la puerta de la habitación y comienza a gritar desesperado a mi madre: ``… ¿Qué te piensas que voy a dormir en el salón? ¡¡Saray abre la puerta!!´´
Silencio. Mi madre se niega a abrir. Mi padre da un último golpe seco a la puerta del dormitorio y se marchara terminando con un portazo en la puerta de la calle.
Se escuchan unos sollozos procedentes de la habitación de matrimonio, me acerco a la puerta pero no tengo el valor suficiente para llamar, asíque me doy la vuelta, me tumbo en la cama y comienzo a llorar desconsoladamente creando de este modo una orquesta acompasada junto a los sollozos de mi madre.
Querido Diario:
Son las ocho de la tarde y todavía no tenemos señales de vida de mi padre desde que se marchó a noche.
Querido Diario:
Por fin ha vuelto mi padre. No sabemos donde ha pasado la noche y parte del día.
Durante la cena solo se ha escuchado el sonido de los cubiertos y el tintineo que producía las lágrimas de mi madre al precipitarse sobre el vaso lleno de agua que tenía enfrente.
Esperaba que mi padre dejase los cubiertos, se acercase a mi desconsolada madre y la estrujase entre sus brazos mientras la susurraba al oído con cariño que dejase de llorar. Pero en vez de hacer eso ha terminado la cena, acompañado de un fuerte suspiro se ha levantado y con un paso acompasado y fuerte se ha encerrado en la sala de estar tras un portazo sin dar signos de salir de allí, por lo menos, en un par de horas.
Querido Diario:
Se escuchan unos fuertes gritos procedentes de la inconfundible voz grave de mi padre, no entiendo lo que dice, así que no se porque grita, pero tampoco quiero escuchar, prefiero no entender. Cierro la puerta de mi cuarto, me acomodo los cascos en mis orejas y mantengo el botón del volumen apretado hasta alcanzar el máximo. Me resbalan unas lágrimas de los ojos que se precipitan por mis mejillas hasta golpearse y romper contra el suelo. Mientras grito y suplico en silencio que todo esto se acabe.
Querido Diario:
Últimamente paso la mayor parte de mi tiempo cuando estoy en casa encerrada en mi habitación y con los cascos puestos a todo volumen.
Los gritos y discusiones entre mis padres se han convertido en el pan de cada día.
Han cambiado demasiadas cosas. Mi padre pasa la mayor parte del día y la noche en ``la oficina´´. Ya no viene a casa entresemana ni para comer ni para cenar, y en los fines de semana se encierra en la sala de estar con el portátil y el teléfono móvil, y sale únicamente a la hora de comer y cenar, pero aún así nunca nos acompaña en la mesa, ya que suele acaparar la mesa de la cocina donde come solo, pero preferirá eso antes que compartir la mesa con mi madre y conmigo.
Mi madre se pasa la mayor parte del día sentada en el sofá mirando por la ventana hacía ningún punto fijo, precipitando alguna que otra lágrima cada dos por tres. Ya no es la misma mujer de algunos meses atrás. No tiene la misma vitalidad, esa energía por la que destacaba ha desaparecido. Y su bello rostro ha quedado demacrado y triste por una ojeras a causa de pasar la mayor parte del tiempo llorando y sin dormir varias noches.
Querido Diario:
Es sábado por la mañana, parece que un pequeño rayo de ilusión ha brotado de nuevo en el corazón de mi madre, dándola así motivos para levantarse un día mas, dándola energía para continuar. Se mueve con su vitalidad inigualable por la cocina. Es el cumpleaños de mi padre y mi madre se está esmerando en preparar el desayuno perfecto para darle una agradable sorpresa.
Huele a tortitas, a galletas y magdalenas, a café y zumo de naranja, y estos exquisitos olores invaden la estancia familiar.
Mi padre entra en el salón poniéndose la bata y revolviéndose el pelo canoso despeinado. Mi madre le recibe con una sonrisa y un ¡Feliz cumpleaños! cargado de vitalidad y cariño. Mi padre la corresponde con un largo suspiro y una leve sonrisa.
Me acerqué a el una vez estaba acomodado en la mesa frente al espléndido desayuno, le abracé y le susurre al oído ``Felicidades´´. Sonó frío, sin sentimientos, pero no podía decírselo de otra manera, no después de lo que le estaba haciendo a mi madre.
Querido Diario:
Han vuelto los gritos y discusiones, desgraciadamente mi mp3 se ha quedado sin batería.
Se escucha a mi padre gritar, a mi madre replicar y derepente un fuerte golpe seco llevado por la situación, sacando una fiera bestia que ha perdido el control. Silencio. La bestia de marcha diciendo unas ultimas palabras, algo como ``Si te preguntan te has caído´´, a continuación portazo y de nuevo silencio. Me acerco a mi madre que se ha quedado paralizada en medio del salón con la mano sobre la mejilla derecha y sin decir nada la abrazo como si me fuese la vida en ello.
Querido Diario:
Esta noche me he levantado desvelada por una pesadilla. Me he encontrado con mi madre apoyada en la puerta de su dormitorio observando a mi padre mientras duerme. Me ha susurrado con una sonrisa forzada e intentando contener las lágrimas que luchaban por salir de las cuencas de sus ojos: ``Cuando duerme parece hasta bueno. Se que en el fondo me sigue queriendo, como yo a él´´.
Querido Diario:
Gritos y más gritos, grita mi padre, grita mi madre, golpe en la mesa, patada en la silla, cae el jarrón haciéndose pedazos contra el suelo, pasos nerviosos, se abre un cajón, se cierra de golpe, gritos, derepente silencio, y ahogándolo un disparo seco.
Me recorre un escalofrío por la espalda mientras me aproximo torpemente por el pasillo. Se precipitan unas lágrimas por mis mejillas mientras bajo las escaleras. Entro en el salón. A mis pies el jarrón roto con una bella rosa tendida entre los cristales. De la puerta de la cocina brota un hilo de sangre, se me desvanecen las fuerzas de las piernas pero aún así me acerco entre temblores, mi madre tendida en el suelo, con una bala entre ceja y ceja, con los ojos abiertos pero sin vida, con los brazos extendidos pero sin fuerza, con los labios entre abiertos como si quisiese gritar pero no dice nada…
Al otro lado de la cocina la bestia observa atónito el arma que quitó el último aliento de vida a mi madre.
Siento una punzada en el pecho que me rompe en pedazos por dentro y comienzo a llorar desconsoladamente mientras zarandeo bruscamente el cuerpo de mi madre con la esperanza de que despierte, de que vuelva.
Se oye un golpe seco en la puerta de la casa, entra una patrulla de policía directos hacía la bestia que, entre sollozos y los bruscos movimientos de los agentes sacándole de la estancia, grita desconsolado: ``¡Hija sabes que te quiero, te quiero!´´
Pero yo no lo creo, porque si verdaderamente me quisiese no me habría arrebatado a mi madre, no habría acabado con su vida sin sentir nada. También la dijiste a ella una vez te quiero y ahora la as arrebatado su último aliento con un arma y a sangre fría.
Querido Diario:
Ya ha pasado una década desde aquel día, pero aún sigo recordando la palabras que me decía mi madre cuando era pequeña ``… Algún día encontrarás a tu príncipe azul y junto a el podrás escribir la historia de amor mas bonita jamás contada´´.
Pero yo ahora me pregunto ¿verdaderamente existirá ese príncipe?, y si existe ¿ qué será príncipe o bestia?.
SANDRA MACARRO VELO
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